lunes, 9 de septiembre de 2013

ALBERT PLA, HEIDI Y LA FIESTA SECRETA DE LA DIADA


Mariano Rajoy y Artur Mas pueden reunirse en secreto sin tener que dar explicaciones a nadie porque son conversaciones privadas. Como si pillan a la estatua de Neptuno echando un cigarrito de después con la Cibeles en su misma fuente. "A nadie le importa. Son cosas nuestras". Vale, no pasa nada, aceptamos "presidentes furtivos" como animales de compañía de la democracia... Recuerdo una de las genialidades de mi amigo Jurdao en un corto que no creo que se llegara a hacer. En la primera secuencia aparecía un dirigible gigantesco, tamaño Hindenburg, sobrevolando Madrid. En su casco, en letras rojas, se leía: "BASE SECRETA DE TELEPIZZA". Pues eso. Que pronto será la fiesta secreta de la Diada. Y la independencia secreta. Con Mariano Rajoy y Artur Mas de por medio, esos dos insufribles de molde, a quién le extraña a estas alturas que todo el mundo odie a todo el mundo: los geranios a las amapolas, los maceteros a los cestos de macramé, y los subnormales alfa a los subnormales omega. Si ya de por sí la normalidad en este país es la guerra civil, tanto más con estos dos buitres, exagerando los graznidos. Supongo que será cosa de detectar sus esporas de veneno en el aire y pensar bonito, y positivo, como antídoto. Y como Heidi. Que era suiza. Neutral ella. Por las mismas fechas del dirigible, esa especie de Heidi catalana que es Albert Pla sacaba su disco "No sólo de rumba vive el hombre", una maravilla de LP a cuyo lado el nacionalismo es folclore del malo y los presidentes furtivos dos cabras de Pedro. "El bar de la esquina", por ejemplo, es toda la geografía que necesita este hombre para ser feliz. Y yo.