jueves, 14 de junio de 2012

EL TONTO CON BOTAS


Lo he comprobado aquí en Madrid y, sobre todo, en Lavapiés. Salvo excepciones por Montecarmelo (que no es un barrio, es un Corte Inglés exterior), los niños a los que les gusta Cristiano Ronaldo son gilipollas. Y los niños a los que les gusta Messi son, digamos, normales. No es un prejuicio. La secta de niños con pasión por Cristiano Ronaldo es chillona, petulante y cobarde. Los mismos goles de Cristiano Ronaldo son abusones y primitivos. Carrera, bicicleta, zambombazo. Bicicleta, carrera, zambombazo. Nada que ver con los goles de Messi, que cuando no son poéticos, son realismo mágico. Quiebro, carrerita, salto, amago, disparo cruzado. Desmarque, control, vaselina. Y luego, esas cabezas y esos egos. La cabeza de Messi, infantiloide, cohibida, toda cóncava. La cabeza de Ronaldo, infantiloide, guapoide, cretina, toda convexa. El ego de Messi es taciturno, pudoroso, de cactus. El ego de Ronaldo, pendenciero, llorón, inseguro, de pago. Toda la admiración para un carácter y una forma de juego, la de Messi, contrastada con todo el asco que me provocan el carácter de perrita histérica y el juego de líder de las juventudes hitlerianas que tiene el portugués. Un tonto con botas que ayer dejó tirada a su selección por ese prurito suyo de ser el niño en un bautizo y el muerto en una boda, porque a él no le sacan fotos... A ver si te vendemos ya al equipo de rugby de las peluqueras de Montecarlo y nos dejas en paz, bonito. Que no te aguanto. Por más que nos hayas marcado todos esos goles de bruto con permanente (más por tu pique con Messi que por ayudar al equipo), que sé que hay corners que no los rematas por no despeinarte, tío petardo.