jueves, 18 de febrero de 2016

LOS JUECES PERROS


No me gusta el uso peyorativo de la palabra "perro" o de sus derivados. Vida perra, amores perros, morir como un perro, tratar a alguien como un perro, amistad perruna, hijo de perra, hija de perra, el perro flaco y sus consecuentes pulgas. Por poner sólo algunos ejemplos. Sin embargo sí estoy de acuerdo en calificar de perros a algunos jueces en este país. Perros por no hacer nada o perros por hacer precisamente lo que mandan sus amos, no siempre lo más honesto, justo o apropiado. Ir a por el cuello de una liebre de izquierdas, cazar dos perdices de trapo en un coto donde pone estúpidamente "Gora Alka Eta", o, más de diario, sacar de sus madrigueras a miles de conejos insolventes para que mueran a la intemperie bajo los disparos de los cazadores de la luz, del gas, de los bancos... Esas cosas de jueces perros (peyorativamente) en un país cuya lista de togados falderos es bastante extensa... Los otros jueces, los jueces de verdad, no abundan tanto. Y por eso, por lo que me gustan los perros, también me parecen algo perros, en el buen sentido de la palabra. Perros que guardan la casa de la Democracia contra las fieras. Perros fieles. Perros bravos. Y hasta perros independientes, que son los que prefiero. Perros por su cuenta. Sin Dios ni amo, con el aire de la libertad dándoles en el hocico en una loma y en su mirada un brillo de... Justicia verdadera, aunque suene cursi. Quizá un perro loco (Elpidio Silva), un perro con ínfulas (Garzón), un perro tozudo (Ruz), un perro presumido (Pedraz), un perro agresivo (Bermúdez), un perro solitario (Castro), un perro idealista (Joaquín Bosch) y hasta un perro gay (Grande Marlasca). Pero todos perros nobles. El de arriba es mi juez perro bueno de estos días, el juez Eloy Velasco. Está siguiendo el rastro de dos alimañas políticas, Esperanza Aguirre e Ignacio González, por si se hubieran cagado impunemente en el abrevadero de todos los madrileños. El Canal de Isabel II. Y no va a parar hasta dar con la "fuente" de la corrupción. Con todo el respeto, me fío plenamente del olfato de este perro de aguas.