martes, 31 de marzo de 2015

"INHERENT VICE" Y LA AMARGURA EFERVESCENTE DE ALGUNOS...


Cuando leí la crítica de Carlos Boyero sobre la peli "Inherent Vice" (traducida al español como "Puro Vicio") cometí el error de descartarla. Según Boyero era un ejercicio de petulancia vacío, aburrido y casi insultante. Una tontá tocapelotas de Thomas Anderson. Pero, ay, amigo, que entonces vienen los colegas que respetas y te dicen que no hay que perdérsela, que está muy bien. Y entonces me acordé de la crítica absurda del de arriba a "Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo", que la película era un alarde, pero que él no era mucho de reírse tanto... Con lo cual uno no escarmienta, y donde hay un crítico de cine, hay un prejuicio, y casi viceversa, a nivel ventosa. De modo que la he visto. Y de modo que caricatura a Boyero, Canallesca Buena (pero recalcitrante), porque "Inherent Vice" es de lo más fresquita y sugerente y hasta descacharrante por momentos. Una suerte de parodia del mejor Chandler al timón de su mejor Marlowe (ojo, basada en una novela de Thomas Pynchon) en una trama clásica de drogas, secuestros, asesinatos y rubias casquivanas en California. ¿Y me la iba a perder por el recuelo de limón pasado que destila a veces el cascabelillo de arriba? A punto he estado, me cago en to. El daño que lleva haciendo en los cines la amargura efervescente de este hombre. Por comparar con otra melancolía tóxica, el daño que lleva haciendo en todo el país la impotencia apostólica del reprimido de Rajoy. Lo dicho, "Inherent Vice", buenísima. Con el aroma de "El Largo Adiós" (o incluso "El Halcón Maltés"), "Chinatown" y unos toques de "El Gran Lebowsky". La otra referencia sería "Triste, Solitario y Final" (de Oswaldo Soriano), pero esa es más literaria y personal. Y si no me creéis, probad a verla en blanco y negro. Aguanta lo que le echen.