miércoles, 19 de noviembre de 2014

EL PAPELÓN


No puedes ofrecer tus servicios de mamporrero y luego volverte un tiquismiquis. No te contratan para romper piernas y luego andarte con formalismos anatómicos. No puedes ir por ahí de Fiscal de la Horca y luego ponerte unas gotas de Chanel Constitución detrás de las orejas. Cary Cooper se quedó solo ante el peligro. A Torres Dulce lo veo pidiendo otra oportunidad en el infierno de las películas irritantes. Donde el giro de guión del protagonista lo convierte en secundario de chichinabo precisamente por saltarse lo que ponía en el texto: "Torres Dulce, mata", "Torres Dulce, muerde", "Torres Dulce, amenaza". Con su lipotimia democrática en mitad del rodaje, que él ya ni mata, ni muerde, ni amenaza, y que no enseña más el culo (*), que lo enseñen otros. Los indios mal pagados de Cataluña no están por la labor y el director genovés del espagueti-western ("inshidiash") tampoco va a dimitir. Que dimita el especialista. El que hacía de fiscal general para las secuencias de acción y nos salió rana. No. Mejor que no dimita. Que muera en el rodaje. Siempre podremos hacer un documental como cuando contratamos a Bruce Lee y mira tú qué nenaza.

(*) Vaya. Al final sí se atuvo al guión espantoso y enseñó el culo. Presentó la querella.

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